Llevaba más o menos una semana en Zimbabwe, estaba conociendo poco a poco a los niños y las niñas del orfanato, entablando relación con ellos y aprendiendo de sus estilos de juego para crear unos elementos adaptados a sus gustos. Es entonces cuando Mufaro y Tafara regresan del colegio y tras cruzar la valla del orfanato, vienen corriendo hacia mí con unas pequeñas gafitas de alambre, unos accesorios que se habían fabricado ellos mismos con los alambres de unos cables que se habían encontrado por el camino. En ese mismo momento, me dicen: ¡Somos como tú!
